Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores;
canta, que llorará cuando tu llores
el alba perlas en la flor tempreana.
Teñido el cielo de amaranta y grana
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará tambien a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.
Y en la noche serena, al puro rayo
de la callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío.
Y vertiendo dulcísimo desmayo,
cual bálsamo suave en mis pesares,
endulzará tu acento el labio mío.
Espronceda (1810-42)
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