Sin duda la mejor obra de Juan Valera, escrita en 1874. Puede parecer una simple historia de amor, bastante tibia por cierto, con final feliz incluido pero eso son sólo las apariencias. Es un retrato crítico de un pequeño pueblo, donde se analizan los distintos estracto sociales, la situación de la mujer representada por su protagonista una joven viuda, los convecionalismo; algo mucho más espinoso la fe, el sacerdocio, y la dicotomía siempre presente entre voluntad y deseo.
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