Podrá nublarse el sol eternamente
podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
como un débil crital.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón:
Pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.
Bécquer (1836-70)
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